Reparar la piel tras los excesos del verano y borrar las manchas producidas por la acumulación de sol son los 2 objetivos capitales de los programas post-verano.
Para conseguir recuperar la piel, cosmética y consejo profesional se alían con un fin común, devolver al rostro su vitalidad.
En este post te desvelamos las mejores estrategias para dar paso al renacimiento de la piel.
La belleza de la piel es el reflejo de una óptima renovación celular. Los daños derivados de un abuso de sol dan como resultado una tez apagada y apergaminada. Aportarle de nuevo luz es la misión obligada de los programas reparadores y regenerantes para recuperar la piel.
Cómo se reprograma la piel
La piel está programada genéticamente para desarrollar su propia renovación celular. Aunque con la edad su resistencia y sus facultades disminuyen, reduciéndose también su capacidad de reacción frente a los agentes externos: sol, calor, contaminación… todos ellos inciden sobre ella debilitando su capacidad de reproducción celular. Mientras la piel es joven y sana se renueva rápidamente y produce colágeno con facilidad, pero con la madurez pierde gran parte de esta capacidad.
Mientras que en las pieles jóvenes este proceso dura unos 28 días, en las envejecidas la renovación celular necesita entre 40 y 60 para completarse. Un dato curioso es que la queratinización hace que se eliminen diariamente 10 gr. de partículas de piel, por lo que a lo largo de toda la vida se pierde aproximadamente el equivalente a 20 kg. de queratina.
La adrenosina trifosfato (ATP) es el transportador de energía más importante con el que cuentan las células cutáneas. Esta sustancia es responsable del intercambio de oxígeno y, consecuentemente, de la vitalidad de la piel. Una mujer joven produce 75 kg. de ATP al día, justo la cantidad que consume. Pero a medida que nos acercamos a los 30 años, este equilibrio empieza a fallar y el organismo no genera todo el ATP que precisa.
Como resultado de todo ello, el rendimiento en la producción de células cutáneas disminuye, hecho que acaba por reflejarse en el rostro. Efectivamente, entre los 28 y los 32 años este proceso se manifiesta con el aumento de la deshidratación cutánea, una tez mate y la aparición de las primeras líneas de expresión. Con el tiempo, el número de células jóvenes disminuye todavía más y por esa razón el nuevo tejido que se genera ya no tiene la calidad de antes. Asimismo, se alteran las fibras de colágeno y elastina y desciende la capacidad de la piel para retener la humedad.

El resultado final es un cutis carente de turgencia, flácido y áspero.
Como consecuencia de todo ello, la regeneración deja de realizarse a buen ritmo. Todas estas agresiones, internas y externas, se manifiestan de diferente modo en dermis y epidermis.
Epidermis En la superficie de esta capa se localiza el estrato córneo, que actúa como barrera natural de la piel. Este muro protector está formado por potentes células proteicas, unidas entre sí por una especie de “cemento celular”, compuesto por lípidos y otras sustancias resistentes al agua.
Dicho cemento es el responsable de rellenar los espacios intercelulares, función imprescindible para prevenir tanto la entrada como la salida de sustancias en el tejido. De la calidad del estrato córneo depende el bienestar de la piel, pues cuanto mejor sea su estado, mejor realizará su función protectora.
Un dato curioso es que si éste no existiera perderíamos diariamente 8,5 libros de humedad. Cuando factores externos e internos debilitan su función barrera, el cemento que mantiene unidas las células epidérmicas exteriores se derrumba. Entonces, las sustancias dañinas, incluyendo los radicales libres, pueden penetrar en la piel sin impedimentos, haciendo que los factores hidratantes naturales sean eliminados y se acelere la pérdida de humedad.
El resultado de este proceso degenerativo es una piel seca, mate, cansada, envejecida y con mayor predisposición a la sensibilidad.
El objetivo principal de la regeneración cosmética es precisamente eliminar de la superficie cutánea las células muertas que se producen por este proceso natural de queratinización, ayudando así, a que la piel presente su mejor aspecto y rebose vitalidad.
Dermis La podríamos definir como el colchón sobre el que descansa la epidermis. Sus componentes, colágeno, elastina y ácido hialurónico, crean un entramado de fibras y fluidos entrelazados, que logra mantener el nivel de hidratación y el soporte cutáneo. La dermis también colabora con la capa basal en la creación de nuevas células, aportando a través de la sangre, oxígeno y sustancias nutritivas. Estos nutrientes provienen de los alimentos y son absorbidos por la sangre que los conduce a los órganos vitales. Sin duda un largo trecho antes de llegar al tejido cutáneo, que muy a menudo no recibe la cantidad necesaria de nutrientes para cumplir sus funciones en óptimas condiciones. Ello explica lo importante que resulta para la piel recibir esas sustancias a través de los cuidados cosméticos; sólo así se garantiza el cumplimiento de la función barrera y del proceso regenerador.
Durante la noche…

la piel está más predispuesta para la regeneración.
Según la hora del día, la resistencia cutánea y la actividad celular varían completamente. Así, durante la noche las células epidérmicas se reparan más rápidamente, por lo que es entonces cuando los productos regenerantes alcanzan su máxima actividad, impulsando el proceso de recuperar la piel, mejorando los niveles de hidratación y elasticidad del tejido y reforzando sus propios mecanismos de defensa y nutrición.
Peelings para resetear la piel
En septiembre, los peelings adquieren un especial protagonismo, ya que resultan indispensables para borrar las agresiones solares en la piel. Existen diversos tipos, que se clasifican según su origen y nivel de acción:
Según su origen:
Físicos Se trata de productos en crema o gel que contienen pequeños gránulos responsables de eliminar las células muertas, a través de un masaje mecánico. Estos peelings limpian los poros, afinan la textura de la piel y atenúan las finas líneas de expresión.
- Peelings enzimáticos
Los denominado peelings enzimáticos son uno de los tratamientos de exfoliación más suaves que existen, por lo que son ideales en caso de pieles extremadamente reactivas y delicadas.
La eficacia de estos productos se debe al uso de activos naturales entre los que destacan la piña, papaya, calabaza… u otras frutas, cuyas enzimas vegetales penetran en la piel, deshaciendo las uniones existentes entre las células muertas y facilitando su desprendimiento sin afectar a las “células vivas”. De esta manera se pueden eliminar ciertas manchas superficiales y finas líneas de expresión, a la vez que se unifica en gran medida el tono cutáneo. El resultado es una piel espléndida y rebosante de belleza.
- Químicos
Formulados con Aha´s (alfa-hidroxiácidos) de efecto queratolítico. Estos ácidos favorecen la renovación celular, es decir, la creación de nuevas células en la capa basal de la epidermis, impulsando el resurgir de una piel nueva desde el interior. Los peeling químicos consiguen que el cutis se vea más liso y con mejor tono. A largo plazo, y como efecto de la renovación celular que impulsan, se atenúan líneas de expresión, signos de envejecimiento y manchas solares.
Según su grado de acción:
Esta clasificación se refiere a los peelings químicos, que pueden ser:
- Superficiales Renuevan las capas de piel más externas. Estos peelings cierran los poros, atenúan las cicatrices del acné y las arrugas finas. Además, aportan uniformidad y le otorgan a la piel un aspecto juvenil y saludable. Con ellos se consigue controlar acné, foliculitis y secreciones sebáceas, y preparan la piel para que reciba mejor los tratamientos posteriores. Los peelings superficiales son ampliamente utilizados ne las cabinas de estética, a diferencia de los medios y profundos que son de uso médico. En esta categoría podrían incluirse los peelings a base de ácido glicólico, que ejercen una exfoliación moderada, ácido kójico, de acción supresora de la melogénesis o ácido acético, de efecto queratolítico… entre muchos otros.
- Medios Están indicados para tratar fotoenvejecimiento, arrugas superficiales y medias, y manchas actínicas. Entre los peelings medios más famosos están los formulados con ácido pirúvico, que a concentraciones elevadas estimula la producción de nuevas fibras de colágeno y elastina, el amelán, que se considera más una sustancia despigmentante que un peeling y el Weekend Peel, indicado para cicatrices postacneicas, pequeñas arrugas y lesiones solares.
- Profundo Con resultados espectaculares, el peeling profundo elimina todo tipo de arrugas, manchas, actínicas y solares, y queratosis. Asimismo, produce la retracción de la piel, lo que mejora notablemente la flacidez. Entre los peelings profundos más destacados están el ácido Tricoloacético (TCA), que al 40%-50% permite tratar arrugas profundas y cicatrices, el fenol, indicado en el tratamiento de arrugas finas y gruesas, alteraciones pigmentarias y queratosis actínica o resocina, de acción antiséptica, antifúngica, queratolítica y antiseborreica.
Muchas gracias por compartirlo, me ayudo muchísimo.
Saludos.